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La historia de mi peor cita nunca

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Todo el mundo tiene historias sobre citas desafortunadas. Unas veces son graciosas, otras son incómodas y otras son simplemente desastrosas. Yo, por desgracia, he vivido una de estas últimas. La peor cita de mi vida es una historia que nunca olvidaré y que, aunque me sacó algunas lágrimas, sé que hoy puedo reírme de ella.

La planificación de la cita

Todo comenzó cuando un amigo me presentó a un joven que parecía interesante. Inmediatamente nos conectamos a través de una aplicación de citas y comenzamos a hablar. Después de varios días de conversación, finalmente decidimos vernos en persona. Para mi sorpresa, él sugirió que fuéramos a un restaurante muy costoso. Al principio, me pareció un poco extravagante, pero acepté.

El día de la cita, elegí mi mejor ropa y me maquillé como si fuera a una fiesta importante. Era la primera vez que iba a salir con alguien en mucho tiempo y quería impresionarlo. Al llegar al restaurante, me sorprendió ver que el lugar estaba lleno. Había mucha gente y el ruido era ensordecedor. Él llegó unos minutos después de mí y, aunque era atractivo, no pude evitar notar que estaba visiblemente nervioso.

La llegada de la comida

La comida tardó más de lo que esperábamos y, a medida que pasaba el tiempo, la conversación se volvía más difícil. Había largas pausas y preguntas incómodas que no sabía cómo responder. Además, mi acompañante parecía haber perdido todo el interés en mi presencia. Después de varios platos, finalmente llegó nuestro plato principal. Pero, para mi horror, no era lo que había estado esperando.

El plato principal era agua de fideos. A mí, personalmente, no me gusta mucho la comida china así que me sorprendió un poco que él eligiera un restaurante de comida china tan caro. Pero lo que fue aún peor, el agua de fideos salieron volando sobre mí cuando los levantó con sus palillos. Comenzaron a caer del plato sobre mis ropas y todo quedo bañado en salsa caliente.

El final de la cita

Después del desastre, lo único que quería hacer era escapar de allí. Pero, como si no fuera suficiente, ahora tenía que lidiar con la cuenta. Cuando llegó la cuenta, esperaba que él se ofreciera a pagar pero no lo hizo. No había traído suficiente dinero en efectivo conmigo y, un poco desesperada, le pedí que me prestara algunos. La verdad es que no pensaba devolverle el dinero, pero en ese momento solo quería salir de allí.

Finalmente, cuando salí del restaurante, estaba empapada de salsa y sabía que nunca volveríamos a vernos. Afortunadamente, el tiempo ha pasado y puedo reírme de la situación. ¡Vaya desastre de cita! Pero al menos puedo decir que nunca he vuelto a tener una tan mala como esa.

Conclusión

Aunque mi peor cita nunca fue un desastre completo, aprendí que es importante no poner nuestras expectativas demasiado altas en una primera cita. Y si algo sale mal, lo mejor que podemos hacer es intentar reírnos de la situación y seguir adelante. Al fin y al cabo, en el amor y en el humor, no hay nada más importante que tener una actitud positiva y saber reírnos de nosotros mismos.