Si hay algo que nos hace sentir vivos y nos conecta con nuestro lado más humano, es la risa. La risa es mágica, nos hace sentir bien, nos une y nos libera de tensiones y preocupaciones. En estos tiempos, más que nunca, necesitamos reír, improvisar y vivir intensamente. Y es que, aunque parezca mentira, improvisar puede ser una forma de meditación activa, de conectar con el aquí y ahora y de dejar de lado nuestras preocupaciones y nuestro diálogo interno. ¿Te apetece improvisar a lo grande y reírte fuerte? ¡Te invitamos a que te adentres en este artículo y descubras por qué deberías incorporar la improvisación a tu vida!
Improv: una herramienta de crecimiento personal y profesional
La improvisación es una técnica teatral que consiste en crear una escena sin un guion previo. Los actores tienen que interactuar entre sí y construir la escena a medida que avanza. A priori, puede sonar complicado, pero ninguna escena es imposible si los participantes tienen habilidades de escucha, respeto por las ideas del otro y capacidad para aceptar y construir sobre lo que se está dando.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver la improvisación con nuestro crecimiento personal y profesional? La respuesta es: mucho. En primer lugar, la improvisación nos enseña a escuchar de verdad. Para que una escena despegue, es necesario estar atento a las ideas y emociones que el otro está transmitiendo. Esto nos enseña a prestar atención a los demás y a conectar de verdad con ellos. ¿Cuántas veces te has sentido frustrado por no saber explicar algo, o por sentir que los demás no te entienden? La improvisación nos enseña que para conectar de verdad con los demás, lo importante no es hablar mejor o tener más recursos, sino escuchar más.
En segundo lugar, la improvisación nos enseña a aceptar y construir sobre lo que se nos da. Esto implica dejar a un lado el control y la necesidad de tenerlo todo preparado, y confiar en que lo que se esté generando durante la escena es suficiente. Si aplicamos esto a nuestra vida personal y profesional, nos daremos cuenta de que muchas veces estamos bloqueados por el miedo al fracaso y la necesidad de controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor.
En tercer lugar, la improvisación nos enseña a pensar rápido y a tomar decisiones en milésimas de segundo. ¿Te suena de algo? Exacto, esto es muy útil en nuestra vida profesional, donde a menudo nos enfrentamos a situaciones inesperadas y donde no podemos elegir el ritmo de trabajo que queremos llevar. La improvisación nos enseña a estar presentes y a no abandonar la situación cuando las cosas se ponen difíciles.
Por último, la improvisación nos enseña a reírnos de nosotros mismos y a no tener miedo al ridículo. ¿Y esto por qué es importante? Porque el miedo al ridículo nos paraliza y nos impide tomar decisiones y arriesgarnos. La improvisación nos enseña a que lo importante no es quedar bien o ser perfecto, sino pasárselo bien y aprender juntos.
Improvisa a lo grande y ríete de ti mismo
¿Te animas a improvisar? No hace falta que te apuntes a un grupo de teatro ni que te conviertas en cómico profesional. Puedes empezar por improvisar en tus relaciones personales y en tu día a día.
Empieza por soltarte y por reírte de ti mismo cuando cometas un error o tengas una situación incómoda. Deja de lado la necesidad de tenerlo todo bajo control y deja que la vida te sorprenda. Si tienes algún problema, intenta resolverlo de una forma divertida. Propón a tus amigos un juego de improvisación, donde tendréis que construir una escena en cinco minutos. ¿Quién sabe? Igual descubres que tienes talento para la comedia y montáis un grupo de teatro.
Y si quieres llevarte la improvisación a tu vida profesional, empieza por soltar el control y por escuchar de verdad a tus compañeros de trabajo y de equipo. Aprende a construir sobre las ideas de los demás y a tomar decisiones rápidas y eficaces. Haz una presentación o una reunión en la que sientas que no tienes todo el control y que los demás tienen algo que decir.
En definitiva, la improvisación es una herramienta muy útil y divertida que nos puede ayudar a conectarnos con los demás, a soltar el control y a reírnos de nosotros mismos. Improvisa a lo grande, ríete fuerte y vive intensamente. ¡La vida es demasiado corta para no pasárselo bien!