¡Hola a todos! Hoy vengo con un tema que seguro más de uno se sentirá identificado: hacer la cama. ¿A quién le gusta hacer la cama por las mañanas? ¡A mí desde luego no! Siempre me ha parecido una de las tareas más tediosas que hay en la vida. Y lo peor de todo es que hay gente que disfruta con ello… ¡qué envidia!
Bueno, para empezar, hay que dedicarle un tiempo todos los días. Y no hablo solo de colocar las almohadas y la sábana bajera, no no. El arte de hacer la cama conlleva toda una serie de movimientos y pliegues que a mí, personalmente, me parecen una pérdida de tiempo.
Además, ¿para qué sirve hacer la cama? Si eres de los que piensa que es para mantener la habitación ordenada, te equivocas. Por mucho que hagas la cama todos los días, al final siempre habrá ropa tirada por el suelo, libros amontonados en una esquina y cosas por en medio. Así que, ¿para qué molestarse?
Por otra parte, no podemos olvidarnos de las sábanas. Limpias o sucias, siempre se las ingenian para liarla parda. Y es que, por mucho que las estires y las coloques, al final siempre se arrugan en el momento menos oportuno.
Además, ¿habéis probado alguna vez a colocar la sábana bajera sin que se te encoja un lado? A mí me resulta imposible. Empiezas a estirar un lado, y el otro se queda colgando… Un drama, vamos.
Otro de los inconvenientes de hacer la cama es que, en muchas ocasiones, acabas enfrentándote a tus almohadas. Sí, has leído bien, tus propias almohadas se rebelan contra ti.
Parece mentira, pero no son pocos los días en los que he intentado colocar las almohadas y estas han acabado en el suelo, en el otro extremo de la cama o simplemente en mi cara. Creo que las almohadas tienen vida propia y se divierten viéndome luchar contra ellas. ¡Malditas almohadas!
Si has llegado hasta aquí, estarás pensando que soy un perezoso y que debería ponerme a hacer la cama de una vez por todas. Pero no es así.
La realidad es que, después de años de lucha contra las sábanas, las almohadas y el tiempo, he llegado a una conclusión: lo mejor es dejarse llevar.
¿Sábanas arrugadas? No pasa nada. ¿Almohadas fuera de sitio? Qué más da. Al final, cuando vuelvo a la habitación por la noche, todo está igual que cuando me fui. En definitiva, hacer la cama es una lucha que no merece la pena librar. Y si alguien te dice lo contrario, no le hagas caso. ¡La verdadera clave de la felicidad está en estar cómodo, sea como sea tu cama!
En definitiva, odiar hacer la cama es más común de lo que parece. Por eso, si eres de los que no soporta esta tarea, no te sientas solo. No eres un perezoso, simplemente tienes otras prioridades en la vida. Habrá quien piense que hacer la cama es fundamental para tener una vida ordenada y organizada, pero yo prefiero pensar que es una pérdida de tiempo. En cualquier caso, lo importante es que te sientas cómodo en tu propia habitación, independientemente de cómo esté tu cama.